Alejandro Barragán*


fábula del árbol enamorado


I

Esto que ves,
esto que ves en mi mano,
no tiene cáscara de fruta;
No tiene el cítrico jugo que amargue,
o que le dé dulzura a la vida...

Esto que ves,
es único y no tiene semilla.

Pero ésto,
esto sí es mi fruto.
Un fruto que saqué rompiendo mi costilla,
un fruto que saqué de mi cuerpo de madera,
de madera,
de tronco,
de tronco de madera fina.

Esto es el fruto de mi vida.

Esto que ves,
esto que ves en mis manos,
es un fruto que tiene toda mi vida;
Un fruto que está hecho de sueños hermosos y de pesadillas;
De lágrimas,
pláticas mustias,
horas enteras de pesados silencios,
y también está lleno de mis más felices risas.

II

Este fruto,
este fruto color manzana o sandía,
figura de naranja,
tamaño mandarina,
este fruto nunca visto contiene toda mi vida;
todo lo que vale la pena de mi vida.
Está en el puño de mi mano que acerco a tí,
para que le des una mordida...

Es un fruto único,
es casi una flor,
es un nido,
es la figura que se le da a una canción o a una hermosa melodía...
es el contenido de todo sentimiento que me agobia,
o que me da alegría...
Lo es todo,
son todas mis noches,
son también todos mis días;
Van todos juntos mis recuerdos,
frustraciones,
mis errores,
mis vicios y defectos,
tambien mis fantasías...

Este fruto como ves,
es más que una poesía,
esto que ves en mis manos,
esto que te ofrezco enseguida,
esto,
es una forma de darme todo,
es el corazón de un árbol que aún palpita,
es una fruta que aún vive,
y que muere lentamente
si alguien no le ofrece una mordida.

Quiero que la tomes.
Quiero que me comas,
tómalo como una ofrenda, mi querida princesita...
Mira que me muero lentamente,
y sólo tú me puedes devolver la vida.

Sólo tú, querida,
sólo si te atreves y tomas el regalo que te dan mis manos,
y lo llevas a tu boca,
y me besas,
y me haces el amor mordida tras mordida...
y me llevas a tu vientre,
y me dejas recorrer por dentro esa figura tan divina...

No lo pienses,
No lo pienses demasiado porque el tiempo se termina...
Tómame en tus manos y lléname de besos,
lléname de besos y caricias hasta el punto del cansancio...

Baja de tu nube,
hermoso sol y bésame despacio,
Házme el amor y debórame enseguida,
que quede muerto ese cuerpo de madera,
y en tus labios, la escencia de mi vida siga viva.

Quiero,
quiero que bajes de esa nube,
hermoso sol, mi Diosa favorita...
Bebe de mi alma,
bébeme enseguida,
bébeme de prisa...
Bebe que se escapa entre mis dedos esta fruta,
esta ofrenda,
este corazón que desea besar tu risa;
esta ofrenda que es lo único que tengo,
y que en ella te doy toda mi vida.

III

No me dejes,
No me dejes que me he sacado el corazón,
y para esa decisión no tengo ya salida,
No te vayas,
no me dejes que me mata esta agonía;
que este fruto que te ofrezco
y que es todo lo que soy y lo que tengo,
tambien se morirá conmigo cuando estés muy lejos y se acabe el día.

No me dejes que mañana,
este tronco aquí que ves,
no será más que una astilla.
No será más que madera que no tenga sonrisa,
que ya no tenga flores,
que ya no invite golondrinas,
que sus hojas, aún en primavera,
se pinten ambas caras de amarillas,
y esta sombra, que invita a enamorados,
se convierta en laberintos sin salida de mis ramas retorcidas.

...

IV

Esto que ves,
esto que ves en el piso,
marchita,
esa fruta que ves es mi vida.

La noche que me atrapa,
prolonga y hace eterna mi agonía...
Tirado,
hecho pedazos en el suelo,
está el regalo más hermoso que se le haya ofrecido a alguna Diva.
Está cubierto de tristeza,
ya no le queda ni una gota de alegría,
ya no le queda más que el grito de lamento y esa risa,
el recuerdo más hermoso,
de haberla visto,
-aunque sea pasar de prisa-
y haber sentido su calor intenso,
y la cálida textura de la más tierna caricia...
El recuerdo aún tan tibio,
de haberla amado en ese instante, hasta el grado de perder la vida.

Bien valía,
sacarse el corazón por esa alma divina.

Por eso,
aunque esté aquí yo,
con este cuerpo de madera ya sin vida,
Juro,
juro que si vuelve a pasar mañana,
y tuviera yo de nuevo un corazón,
juro,
juro,
que otra vez se lo daría..



*Alejandro Barragán.
Ciudad Guzmán (Zapotlán El Grande, Jal). México. 1976.
Participante en dos años en el "Premio Nacional Juvenil de poesía Elias Nandino" Con: "Yo quiero ser tu luna llena" y con "Si tu eres mi sol..."
Co-director de
al margen.