Diana Sandoval Romero*


entre las bibliotecas y Vamos México


   El jueves 8 de agosto se realizo la ceremonia oficial para la firma del Compromiso Social por la Calidad de la Educación, siendo los dos actores principales: la SEP y el SNTE, acto que se llevo a cabo entre las afirmaciones de la laicidad escolar dichas por el presidente (tras unas semanas llenas de acontecimientos religiosos) y el simbólico reconocimiento del presidente Fox a Elba Esther Gordillo, que definitivamente deja en evidencia nuevas alianzas partidistas del Ejecutivo. Este acontecimiento, nos lleva a la reflexión de la visión integral que tiene el gobierno en lo que respecta a la educación para el país.

   El punto de partida es la laicidad del estado mexicano, definida por sus dos elementos jurídicos: el respeto a la libertad de creencias y la separación entre estado e iglesia. En la escuela pública no se enseña ninguna religión, es un espacio público en el que concurren niños y jóvenes del país independientemente de sus convicciones religiosas y del que deben excluirse polémicas y proselitismos religiosos o ideológicos.
Hemos podido constatar que existen objetivos de incluir valores religiosos en el sistema educativo. Esto, a raíz de que la administración foxista consultó con representantes de la Iglesia la creación del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación. Esto nos lleva a pensar que ciertas ideologías tuvieran injerencia en la definición del sistema educativo.

   El Estado no puede incluir valores de la religión en la educación porque simplemente no son compatibles con la educación científica, con los valores de la ciencia y con el conocimiento contemporáneo.
   Las creencias religiosas son válidas pero deben mantenerse en la esfera de lo individual (y en su defecto acotadas dentro de las instituciones reconocidas para tal fin, el templo, la mezquita, etc.) y ajenas a las corrientes e ideas políticas.

   En cuanto a la manera como las autoridades educativas están entendiendo la ética y la formación moral, mis críticas fundamentales son dos: en el plan educativo se debiera trabajar en enunciar las principales cuestiones que hay que atender para ayudar a los jóvenes a formar su conciencia y a ejercer su libertad con responsabilidad, no dejando esta tarea a grupos benéficos de la iniciativa privada con tendencia a imponer sus ideologías (como lo ha sido a últimas fechas la fundación Vamos México que preside Marta Sahagún, la esposa del presidente Fox, quien en su deseo de abarcar distintos ámbitos ha llegado a suplantar funciones de diversas secretarías de Estado).
Esto tomando en cuenta que si las convicciones éticas son un asunto de conciencia, un asunto íntimo de cada persona, habría el riesgo de que el estado imponga un enfoque determinado y viole la libertad de las personas. El estado no es una instancia que defina verdades ni prescriba normas moralmente obligatorias, pero si el gobierno esta interesado en un programa de formación ética, insisto, debiera señalar el conjunto de cuestiones que los jóvenes deben conocer, discutir y esclarecer sin que por ello el estado se vincule a una filosofía determinada.

   Estaríamos hablando de que las autoridades educativas deben manejar enfoques contemporáneos sobre la formación moral y los fundamentos de un orden ético válido en el contexto de la escuela laica.
   Es preocupante como grupos o fundaciones, como el “Vamos México” de Martha Sahagún crecen y se expanden con rapidez por todos lados y realizan tranquilamente funciones correspondientes a secretarías de Estado y organismos gubernamentales manejando un impresionante número de acuerdos y sin un manejo claro de los recursos que utiliza para difundir su ideología.
La formación moral y la formación de valores en general son asuntos fundamentales de toda política educativa, y son precisamente las autoridades educativas, como parte del gobierno quienes deben trabajar en definir estas cuestiones.


   Por otra parte, fue presentada hace unos días la lista de libros que integrarán las bibliotecas de aula de educación básica en México con bastante polémica ante la ausencia de los autores esenciales para la formación como lectores de los niños que cursan la educación básica,

   En la lista de libros presentada por la SEP no aparecen obras de Octavio Paz, Gabriel García Márquez, o clásicos mexicanos como Alfonso Reyes, Jaime Sabines, o títulos imprescindibles de la literatura universal, en esta selección resaltan las deficiencias en el método de trabajo y las improvisaciones

   En primer lugar la metodología para seleccionar los libros no fue la mas adecuada, según José Antonio de la Peña presidente de la Academia Mexicana de Ciencias: “porque debió haberse elegido cuáles eran los títulos que deberían tener las bibliotecas y después poner a concurso cuáles eran las editoriales que podían imprimirlos a bajo costo. Sin embargo, la selección se hizo al revés, primero se les preguntó a las editoriales qué libros aceptaban imprimir a precios más baratos y sobre la lista ofrecida se hizo la selección”.
Definitivamente con las acciones del gobierno que hemos visto en lo referente al manejo de la educación en México no podemos hablar de planes y criterios para aumentar la calidad en el sector educativo, es evidente la urgencia de una reforma educativa a fondo, con mayor atención en los contenidos de planes y programas de estudio, así como la capacitación a maestros, que resulta imprescindible.
   Es evidente que México tiene que encontrar su propio modelo, definir su propia política y establecer, con la mayor claridad posible, cuáles serán los compromisos del Estado mexicano con la educación pública en su nuevo entorno social, en esta época de cambios, de consolidación de procesos democráticos. Porque una cosa es el discurso y otra los hechos
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*Diana Sandoval Romero.
Guadalajara, México. 1978.
Lic. en Informatica Administrativa (ITESO).