Aída Parraga


aída


Tengo sueños que se florecen en tus brazos,
sé que vienen de muy lejos,
el centro y origen de la vida nos separa·
Tengo sueños que nacen en tu pecho,
entre ellos mil delfines de cristal
que a pesar de todo cantan.
Ya no hace falta dormir para sentirte
y es que he descubierto
qué si la tierra sabe a dulce de canela,
es por tu paso·
Olores a jazmín y blancos nardos,
aires de melocotones incendiados,
flores naciendo en tus caricias,

y por último·
y por siempre·
y por nunca·
tu sonrisa.

¿Qué distancia es suficiente
para que tu imagen se le borre al
humilde mango?

Si la tierra sabe a dulce de sandía
es porque tus dedos se desbordan en caricias
y si canta un ruiseñor o una alondra
es porque envidian tu voz
de almohada esquiva.

Tengo sueños que me llegan
de muy hondo,
del centro que es tierra y es semilla,
en los que te veo conversando
con una estrella y una hormiga·
Pero ya no hace falta la noche
para amarte,
ni necesario se hace el día,
un pedazo de melón,
un níspero,
una piña·

El dulce de tus ojos
en mágica llovizna.

Si la tierra sabe a dulce mandarina
es porque tu sangre no conoce
el rencor ni tiene envidias
y si revienta un rosal en el desierto
es porque tu piel no asume
el límite de un cuerpo.

Tengo sueños en los que caminas
por mis venas,
más que caminar,
mejor diría vuelas
con alas de papel que me regalas
para que le desnude los poemas·

Pero ya no hace falta la intimidad
para entregarse,
el mínimo espacio es un abismo.
Tú eres el final de mi principio
yo soy tu origen y destino,
¡círculo perfecto!

Naranja vietnamita,
naranja valenciana,
naranja,
naranja,
naranjita.

Si la tierra sabe a pan de anís y cardamomo
es porque tu sudor por ella se desliza,
olores a humedades conocidas
a un sol en combustión que no claudica.

¿Qué amor es más grande
que el del jazmín cuando se incendia
y que hace ruborizar las bugambilias?


Ya no es necesaria la luz para mirarte·

Una caña en flor,
una grosella,
una vid con alma de bohemia.

Tengo sueños que me asaltan los insomnios,
que me arrancan de la oscuridad de la vigilia,
en ellos te veo platicando
con una sirenita y una ardilla·
Pero ya no hace falta dormir para seguirte
ni un mapa de este mundo enajenado·

Un durazno,
un kiwi,
una manzana·
mi espalda abierta en primavera
y tú
y tú
y tú
mi abeja.

Si la tierra sabe a miel y a torreja
es porque en ella rebotando va tu risa
y si el río se levanta en arco iris
es para celebrar la luz que en ti palpita.

¿Qué amor es más grande
que el del clavel cuando se entrega
y el que hace que el jazmín se escandalice?

Tengo sueños que me abren las costillas,
caballos que galopan con miedo de las bridas·


Pero ya no hacen falta sueños
para hablarte
ni voz
ni boca
ni palabras

un suave parsimón
enardecido,
una pitaya
carmesí,
una toronja,
el último de los besos·
el primero
un encuentro con alguien
que siempre ha sido mío.

Si la tierra sabe a algo
es porque existes,
inventado por los lirios,
porque eres fruta en mis cerros
y en mis valles eres río,
porque eres aliento en la mañana
y bajo la luna eres abrigo·

Granada misteriosa,
humilde tamarindo.