El clima
José Repiso Moyano



            Todo clima se desarrolla en un medio o, lo que es lo mismo, es un producto de un medio: una consecuencia de él. Teniendo eso claro, como entendiendo si es preciso que el caballo blanco de Santiago es blanco o que para pensar hace falta algo de cerebro pues, entonces, si se demuestra que el ser humano ha cambiado el medio se demuestra asimismo que ha cambiado su clima o, mejor, su evolución climática natural.

            Por supuesto, siendo el medio del clima en la Tierra su corteza y su atmósfera, el ser humano ha "trastornado" tanto una como otra: la dos partes del medio climático. La corteza porque por medio de la agricultura y la industrialización ha deteriorado sus ecosistemas naturales que indudablemente intervienen en un ciclo del agua natural, porque ha hecho del suelo menos permeable asfaltando parte de él y eliminándole parte de su textura por la erosión que ha provocado el cultivo intensivo y la extracción de sus recursos (aquí la erosión no es que rápidamente provoque desiertos, sino que el suelo es menos orgánico o potencialmente menos fértil si se entiende, con ello, que disminuye su permeabilidad o captación de agua o de humedad), y desde luego porque lo ha hecho más vulnerable a la acción y radiación calorífica del Sol al perder parte de la cubierta vegetal y parte de la refrigeración freática (un campo abierto o un desierto, como ejemplos, poseen más conductibilidad térmica: el principio esencial del clima, pues se determina por la conductibilidad térmica de ciertos mares, de corrientes de aire desértico, de corrientes marinas, etc.). La atmósfera porque recibe la acumulación de gases no sólo de "efecto invernadero" sino primordialmente de efecto contaminante, por lo que eso incide en su capacidad aislante o protectora con respecto a los rayos solares y en su capacidad de influir decisivamente a la climatología en su acción global.

            Bien, a un programa de televisión andaluz fue un señor (Antón Uriarte) a enseñar sus conocimientos sobre este tema y dijo "el CO2 en exceso no es malo".
   Primero, ya he dicho que lo malo y lo bueno dentro de la naturaleza no existen en tanto que no, no se puede decir que un olmo -¡vamos!- sea malo o una nube o un roca buena; digamos, con precisión, que lo bueno sólo es una aprobación ética de una acción humana que ya ha sido responsable, o sea que se ha comportado con responsabilidad, y de ahí se compensa éticamente.
   Démosle, sin embargo, un sentido de utilidad, de útil, de beneficioso al término. Pues bien, si él sabe de biología -de un poquito, porque vaya a marearse- advertirá que en cualquier medio biológico -u organismo- el mínimo elemento que necesite para desarrollarse lo acepta o lo tolera en una medida justa o equilibrada, es decir en una calidad y cantidad que determina su naturaleza propia o consubstancial: un exceso le causa una "patía" y, por el contrario, una carencia por mínima de tal elemento que ha de "metabolizar" a la forma orgánica le causa una enfermedad o a veces la muerte.

            Así que todo en exceso, lo mínimo, es contradictorio contra la homeostasia de cualquier medio orgánico -algo harto ya demostrado científicamente-, puesto que sencillamente requiere sólo lo necesario que le sustenta como "medio equilibrado", éste regulado para que funcione con una constancia o "habituación" cíclica, no más. Es así que todo, lo mínimo, está precisamente controlado para que sea de tal forma "habitual" de acuerdo a todos los elementos de un sistema, no para uno sólo, no para las cabezonerías humanas.

            Pero por extraños motivos este señor sigue afirmando cosas que con facilidad pueden ser rebatidas por cientos de pruebas frente a lo que él se imagina; algo de eso es: "No existe desertización" (considerando que ha desaparecido el 50% de la vegetación) y "Hay más verde", ¿verde?, ¿verde?, ¿qué verde?, verde lo voy a poner yo, pues aquí demuestro:
   1.- En los millones de kilómetros cuadrados que ocupan las ciudades -la zona asfaltada u ocupada por viviendas- y las carreteras ya no puede haber ni verde ni verdito ni verdoso.
   2.- En los bosques y en las selvas deforestadas nunca habrá igualmente ese verde que había regulando su entorno a la perfección con su natural y libre diversidad biológica.
   3.- En los pantanos y en todo tipo de ensalzamiento de agua ya se ha perdido lo que de verde hubiera o hubiese y lo que de ecosistema primitivo comportaba.

            En cuanto a la "desertización" no significa eso que haya más desierto, no, sino que la tierra, el suelo, pierde la fertilidad y, así, la capacidad de retención de la humedad y, como consecuencia, la capacidad de contener un ecosistema, de enamorarse de él; por lo que se va... destruyendo.

            Los ciclos no se destruyen, más bien se comportan de otra manera natural o artificial -en tal riesgo- a la que seguían; asimismo cualquier clima, que cambia por mano del ser humano de acuerdo a unas provocaciones o unos excesos que indudablemente ponen en riesgo todo lo que ya había en muy corto plazo o de una forma aventurera o ajena totalmente a la natural.



José Repiso Moyano.
San Marcos, Málaga, España.
Ha publicado: Cantos de sangre (Ediciones Rondas,Barcelona, l984) y La muerte más difícil (Ediciones Torre Tavira, Cádiz, l994). Ha ganado los premios: "Ángel Martínez Baigorri" de Navarra; "Encina de la Cañada" de Madrid. Es asesor literario de la colección Torre Tavira de Cádiz. Ha colaborado con ensayos, artículos, poemas en más de 100 periódicos de todo el mundo
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