antología de la nueva poesía costarricence
adriano corrales arias




          La poesía costarricense, a pesar de contar con nombres como los de Roberto Brenes Mesén, Lisímaco Chavaría, Max Jiménez, Eunice Odio, Isaac Felipe Azofeifa, Carlos Rafael Duverrán, Jorge Debravo, Virginia Grütter, por citar los más reconocidos, no ha logrado “posicionarse” en el panorama literario latinoamericano, como sí lo han hecho países vecinos, caso de Nicaragua. Son múltiples las causas que se han señalado para ese “escaso desarrollo lírico” en nuestras letras. Rubén Darío, a su paso por nuestro país, subrayaba que “Costa Rica intelectual posee más savia que flores”, aludiendo a la precaria producción y valoración del hecho poético en nuestro país. Para aquella época, finales del siglo XIX, la sentencia aplicaba muy bien, pero, trasladada a nuestros días, evidentemente el maestro se equivocaría.

          En los últimos treinta años la poesía costarricense ha evolucionado con un rigor y una fortaleza inusitados. A la par de un amplio movimiento poético, herencia de los años sesenta, que se expresa en la creación de talleres y grupos y en el desarrollo de nuevos espacios para la lectura de poesía tales como recitales, “lunadas poéticas”, encuentros, festivales, y presentaciones de libros; además del surgimiento de nuevas editoriales, especialmente en los años noventa y al inicio del nuevo milenio, y de la participación de poetas ticos en diversos eventos internacionales, así como la constante visita de poetas reconocidos a nuestro país; un nutrido grupo de jóvenes poetas ha venido estructurando su trabajo con una nueva visión y un nuevo compromiso.

          Describir ese impetuoso movimiento y sus principales características es tarea que sobrepasa mis intenciones. Por ahora, al margen y a la espera de estudiosos e investigadores que aborden integralmente el fenómeno, pretendo, sencillamente, reunir en una muestra a quienes considero los principales representantes de ese movimiento que, probablemente, y sin temor a equivocarme, podría conceptuarse, como el más vigoroso e innovador de la actual poesía centroamericana. Dicha muestra, a su vez, pretende subrayar la amplitud temática y la diversidad y profundidad estéticas de la creación poética costarricense en nuestros días: luego de sobrepasar un período trascendentalista con reminiscencias románticas y modernistas, la nueva poesía tica se lanza a la experimentación, aprovechando todas las posibilidades de las vanguardias, pos y transvanguardias literarias y artísticas del siglo XX, así como el reconocimiento de poéticas de otras culturas y lenguas (tales como las nórdicas, orientales, árabes, africanas, precolombinas, etc.) que estuvieron, hasta hace poco, vedadas al quehacer poético nacional.

          Debo apuntar que se ha seleccionado a poetas con, al menos, una obra publicada. Queda por fuera una serie de jóvenes talentos cuya poesía, lastimosamente, aún no ha sido impresa en libro. Cuando eso suceda, es obvio, el panorama poético variará sustancialmente.




HÉCTOR BURKE

(San José, 1995). También reconocido artista visual ha publicado Como una fruta en la ventana (El bastidor solitario, 1994), La espiral del helecho (Editores Alambique, 1996), Caligrafías negras en el verde (Premio Concurso de Poesía EUCR, 1997), Dirección cuatro caminos (Ediciones Andrómeda, 2003).

EL BÚFALO ALMIZCLERO

Cuando el búfalo almizlclero se asusta
tensa su nariz afinando el viento
en delgadas fibras de noche,
sus patas enraízan
absorbiendo la obscuridad y la luz del suelo
arborizándose enorme,
sus cuernos se curvan
convirtiéndose en una espiral
que pasa por el núcleo ígneo hasta más allá del horizonte cósmico;
el viento mueve su pelambre añosos,
la frente se le esfuma en gamas de azul nocturno,
los ojos se le descargan en un rayo
que calcina el frío en sus manos,
sus cejas son puertas abiertas
a sí mismo.
Cuando el búfalo almizclero se asusta,
en el extremo de su mirada el grafito
esgrafía,
escinde
el espacio
buscando.
Aún.
Está cansado.
10.000.000 de años le pesan en la cornamenta,
petrificada como los líquenes de su pelambre.
Alguien que rasque su lomo de cargador de relojes de granito.
Cuando el búfalo almizclero se pone cursi
las lágrimas se ocultan detrás de las puertas,
escribe poemas con el nombre de ellas,
canta.
Está exhausto.
Solo miraba con asombro.
Ya no queda nada de su infancia
sino territorio a sembrar
el basamento de la poesía.
Y un ariete para ingresar en lo genésico.




ANA ISTARÚ

(San José, 1960). Ha publicado Palabra Nueva (Premio Joven Creación Editorial Costa Rica, 1975), Poemas para un día cualquiera (ECR, 1976), Poemas abiertos y otros amaneceres (ECR, 1980), La estación de fiebre (ECR, 1984), La muerte y otros efímeros agravios (ECR, 1988). También es dramaturga y guionista cinematográfica; ha publicado Baby Boom en el Paraíso y Hombres en Escabeche (ECR, 2003).

BOLERO IRREPETIBLE

Hombres que amé,
los esplendentes hombres de los cines sombríos,
tormentosos o dulces,
los demonios garridos,
los de espléndidas crines,
los arcángeles tácitos,
escoltando la noche,
bordeando como un sueño mi cuerpo humedecido,
hombre tiernos, nefastos,
portentosos, cobardes.
hombres castos (los tuve)
resguardando su fuego de mi pasión sin quicio,
los delgados, los altos, los altísimos,
los que tenían un dejo de avellana
en los hombros,
los feos
que tanto quise amar
como a los más hermosos,
buscando el tramo tibio detrás de sus rodillas,
el ángulo exquisito del tobillo
y sus contornos,
amores desvaídos,
amores elocuentes,
batallando exaltados al igual que San Jorge,
domeñando a mi madre,
el dragón crepitante.
Adónde fueron.
Y adónde fue mi madre.
Hombres que amé
con fe, con sed, con sinrazón,
con lucidez,
como un ciclón que encalla y es sólo desatino,
hombres que amé como nunca jamás,
y esa que soy y fui
y ya no seré nunca
está bailando ahora
perdida en un bolero irrepetible,
cargada de geranios,
de besos que no vuelven
como la línea dura de un astro que se astilla.
Esto fue amor. Lo firmo
con mi saliva y puño
en un vaso de acero en el que brindo.
Hay una colegiala, en algún sitio,
que baila hasta el cansancio.




JORGE ARTURO VENEGAS

(San José, 1961). Conocido poéticamente como Jorge Arturo, ha publicado Se alquila esta ventana (premio Juan Ramón Molina de poesía 1998, EDUCA 1989), Un paraguas llamado Adrián (Ministerio de Educación, 1989), El blues del aprendiz (EUCR, 1991), Perrumbre (Editores Alambique, 1994), La hoguera verde (Narrativa, Editores Alambique, 1998), Los correos del diablo (Narrativa, Editores Alambique, 1999), El país de los ausentes (Editores Alambique, 2002), Las aventuras de Liu Yuan capitán de ultramar (Narrativa, Editores Alambique, 2004).

EL EXCAVADOR

tengo las manos amarradas a la lengua
hilos de sangre tejen la litera
donde descansó mi juventud

abro un hoyo en la noche
ratas de piel me acechan en el foso

cavo en el aire en los ojos de mis semejantes
por sombrero un cuervo
por debajo un beso
me intento
esconder de los bellos
y ruidosos descarnados

me escarbo el pecho
hacia dentro afuera
no tengo ni cuchara sino muñones perros
tuertos la lengua de espuma las paredes de cal

sé que me hallo cerca
escucho
su rumor del otro lado
- algunas noches mi respiración
y la de quien me espera
son un niño deshojado –

tengo las manos atadas a la lengua
soy un resquicio
me agolpo en las paredes

mientras llega el momento del encuentro
anoto en trozos de piel lo que me ocurre




GUILLERMO FERNÁNDEZ

(San José, 1962). Ha publicado: La mar entre las islas (ECR, 1983), Atrios (ECR, 1994), Estocada final (ECR, 1996), Para días posibles (EUNA, 1997), Danzas, (EUNED, 2000). Hagamos un ángel (Narrativa, EUNA, 2002), Efecto invernadero (Narrativa, ECR, 2002).

INSTANTÁNEAS

1.
Como el amor a la más fea criatura es ostensible
puedo decir que he amado estas calles.

Mi vergüenza es atroz.
He querido demasiadas cosas de mi ciudad triste.
Como si ella me hubiese dado
un amor colmado y limpio.

Y como en el despecho se fundan las pasiones corrosivas,
uno siente un maltrato sin término:
árboles ínfimos, techos oxidados,
esa absurda corte de palomas
en la somnolencia sin rubor.
Los ojos sobre la azotea.
La azotea sobre los hombros.
Los omnibuses en el trayecto de mis vísceras.

2.
Usted viaja conmigo en el mismo autobús.
Los rostros aledaños le producen natural antipatía,
mientras sudan este invierno desabrido.
¿Tendrán historias? ¿Buscarán una verdad?
¿Se cerrarán llenos de buenas intenciones?
¿Por qué cuando bosteza uno, otros también lo intentan?

Usted tiene la sospecha.
Y como yo se aburre de los bultos
que copian una vida.

En un instante peligroso nos miramos.
¿Y ese quién será?
El autobús se arrastra: triste galeote
en un mar de fachadas sin brillo.
Cavernaria réplica de un rinoceronte humillado.
Bufa, tose, rogando menos peso.

3.
Ha llegado el mes de hombres y mujeres seducidos
por bagatelas.
Repostería para niños fofos.
El gran hocico es patán y ofensivo.
No perdonaremos nada en esta época.
Ni a Ghandi que nos dejó.
Ni a Zaratustra que solo fue soñado.




MAURICIO MOLINA

(San José, 1967). Ha publicado Abominable libro de la nieve (Ediciones Perro Azul, 1999) - con el cual ganó el Premio Hispanoamericano de Poesía Sor Juana Inés de la Cruz convocado por el Centro Cultural de la Embajada de México en Costa Rica e ICODE -, Maremonstrum (Ediciones Perro Azul, 2000) y Abrir las puertas del mar (Premio de Poesía Editorial Costa Rica 2002).

LA BESTIA

Como en una película de los años 50
aparecías entre multitudes mutiladas.
Eras el insecto gigante, la araña,
la mantis religiosa y asesina.
Como en una pesadilla de Hollywood
donde no había rollo para las rubias platinadas,
ni deseo para un beso de escenario,
vestías tu disfraz de dinosaurio
haciendo reventar olas del mar austral.
Nosotros leímos tu historia
como un romance3 de caballería:
la fuente de veneno, el Endriago,
ensuciando las aguas de sangre,
los espejos de vaho y de sudor,
cuando los ojos miraban desde Santiago a todas partes.

Hoy, noviembre 25 de 1998,
es el frío de Londres quien abraza tus cabellos en canas,
congela la sangre que como una lengua
calma la sed en los mares del norte.

Salud, feliz cumpleaños.

Brindaremos a tu salud con vino y odio.
Comeremos el queso de las navidades por siempre en ruinas.
General.




DAVID MARADIAGA

(Managua, 1968 – San José, 1995). Nos dejó tres libros de poesía: Música de animal lluvioso, Pasos en la madrugada y Canción del extranjero. En 1999 la Dirección de Publicaciones del Ministerio de Cultura reunió su obra en una antología denominada Música de animal lluvioso, sin embargo mucha de su poesía continúa dispersa e inédita.

CANCIÓN DEL EXTRANJERO

Cuando sea grande
a la medida del ocaso
en las tardes del café sadificante
y me corresponda crecer con las raíces
y enroscarme como eterno
quisiera ser el extranjero profundo
del otro valle

Que llegue un momento
impenetrable para los hilos de los lunes
el taxi desesperado
y la noche reventada en los bares difusos
no puedo evitarlo.

Otra mujer me invitará a la cama
y sus labios me amenazarán hasta la madrugada
y no podré dejarla
mientras me haga volar
entre los cocoteros rojos de un barrio embrujado
Meterá sus dedos en cada una de mis partes
y me pedirá que olvide todas las playas
y las frutas y los largos viajes en bus
con una novia adolescente
Me mostrará un sol equivocado
una guitarra eternamente virgen
los premios de todas las resacas
y las caras burlonas de mi gente

Otra ciudad me alojará
y no tendrán temor sus habitaciones
Sin cuidado dejarán abiertos los perros
y en huesos los candados

En las huertas tendrán a bien que
haga el amor con las gusanas
y en los bares nadie castigará el oprobio
con el que me entregaré a los venenos más brutales

Habrá desidia por todos mis actos
por mis carísimos hipocampos
y mis mentiras antológicas
Nadie me dirá dónde vives
ni importará si soy ateo o pandereta
si mi padre es rumano o panameño
si mi apariencia ha sido correspondiente
a lo que entraño

Sabrán que estoy de paso
que las maletas siempre estarán
prestas a unas manos torpes
que el pasaporte lo tendré tatuado
en todos los gestos
Sabrán que estaré regresando todo el tiempo a los ojos que un día de Setiembre
me revelaron la verdadera identidad de mi patria




LUIS CHAVES

(San José, 1969). Ha publicado Anónimo (Editorial Guayacán, 1996), Los animales que imaginamos (Editorial Guayacán, 1997), Historias Polaroid (Ediciones Perro Azul, 2000). Con el segundo libro ganó el Premio Hispanoamericano Sor Juana Inés de la Cruz convocado por el Centro Cultural de la Embajada de México en Costa Rica y el ICODE.

RING SIDE

Fue la mejor pelea de Alí
o de Cassius Clay, como él lo llamaba,
negándose a aceptar
su recién adquirido nombre musulmán.

Ese negro levantaba los guantes
y convertía el cuadrilátero
en una pista de baile.
Años después comprendí
que ese fue mi encuentro inicial con la poesía.

Entre el quinto y sexto round
papá bajó su guardia por primera y última vez,
sin dejar de ver la tv. dijo:
no me iba a casar con su máma
aunque usted ya había nacido,
estaba enamorado de otra.

En el álbum familiar
tengo un viejo fotoposter de Alí
justo cuando noqueaba a Foreman en Zaire.
Es mi foto preferida de mamá.




MARÍA MONTERO

(Burdeos, Francia, 1970). Ha publicado El juego conquistado (Premio Joven Creación, ECR 1985), La mano suicida (Ediciones Perro Azul, 2000). Sus textos también aparecen en las antologías Relatos de mujeres (Editorial Mujeres, 1996), Indómitas voces – 100 años de poesía femenina costarricense (Editorial Mujeres, 1997) y Martes de Poesía en el Cuartel de la Boca del Monte (Editorial Lunes, 1998).

SOY

Soy la gran Virginia Grütter, ¿la recuerdas?
la que escupe tabaco en las esquinas
y está ronca de pegar gritos
y camina como una estela pintarrajeada y
tambaleante.

Soy Marguerite Durás con su joven amante
y su vida refinada y alcohólica.

Soy Simone de Beauvoir con todo y su
Jean Paul Sartre
y su intelecto y su feminismo y su academia.

Soy la imbécil femme que desde este pueblo
polvoriento
habla del erotismo francés
frente a un auditorio de subnormales.

Soy la puta más puta que arrastran de los pelos
asquerosa y desnuda.

Soy la pobre infeliz
que no tiene un centímetro de cerebro
hipocondríaca
que camina como idiota esperando
que el padre de sus hijos
o el cura
le de una limosna.




ALFREDO TREJOS

(Cartago, 1977). Ha publicado un único libro de poesía, Carta sin cuerpo (Ediciones Perro Azul, 2001), pero mantiene inéditos dos poemarios y colabora asiduamente con varias publicaciones.

22.

Es bueno oler a las mujeres. Oler a las madres y a las hijas. Olerlas cuando bajan del autobús, cuando esperan, cuando aún no se han peinado. Cuando de malhumor recogen todas las sábanas de golpe y se sienten la gran miseria del día, mandan a alguien por jabón o cebollas y se toman una copa. Es bueno oler de vez en cuando a la santa, oportunamente a la puta, valientemente a la propia. Hay que oler la habitación cuando se viste, oler las abejas y el café cuando se ha ido. Oler el canto de la puerta, el aserrín. Las hojas de rasurar, los mecanismos del paraguas, el anillo olvidado, el periódico tibio. Hay que olerlas cuando se mueven. Olerlas profundamente cuando se retiran. Oler los gajos de la piedra, oler la sopa y la nuez cuando se asustan. Hay que oler sin miedo a sus bolsillos, oler su respiración y su vacío, su mar y su pesca. Es bueno oler a las mujeres y decir: esto es polvo, esto es cera, eso es pasto.




ALEJANDRO CORDERO

(San José, 1983). Ha publicado un único libro de poesía Habitación el Olvido (Ediciones Andrómeda, 2003). Ha ganado en dos ocasiones consecutivas (2001 y 2002) el Premio 'Letra Joven' que convoca el Centro Costarricense de la Ciencia y la Cultura, en cuento y poesía respectivamente. Es miembro del grupo literario Libertad bajo Palabra.

43.

Hay quienes nacieron en verano
y aseguran no recordar las hojas cayendo
las madrugadas las melodías
ni los senos de sus madres

yo vine en invierno
quizá fui un escarabajo o una hierba

y aún no sé si llovía o lloraba.





adriano corrales arias
San Carlos, Costa Rica. 1958.
Poeta y narrador. Ha publicado Tranvía Negro (poesía, Editores Alambique, 1995, Ediciones Perro Azul 2001), La suerte del Andariego (poesía, Ediciones Perro Azul, 1999), Los ojos del antifaz (novela, Ediciones Perro Azul 1999, Ediciones Piel de Leopardo, Buenos Aires, Argentina, 2002), Poesía de fin de siglo Nicaragua- Costa Rica (Compilación, Ediciones Perro Azul, 2001), Hacha encendida (poesía, Revista Fronteras, 2000, Ediciones El pez soluble, Caracas, Venezuela, 2002), Profesión u Oficio (Poesía, Ediciones Andrómeda 2002), Caza del poeta (Poesía, Ediciones Andrómeda, 2004). Es profesor e investigador del Instituto Tecnológico de Costa Rica y dirige la revista cultural FRONTERAS.