dos poemas
julio césar aguilar




La mansión derruida


Era el corazón
ruinas de qué temblores
que hospedaba la turbia sangre.
Estancia envilecida
donde buitres del odio
y la locura
realizaban festines para la Muerte
y en cuyos corredores oscuros
ecos de fantasmales cánticos
volaban.

El murciélago de la tristeza
también rondaba
la mansión derruida
y la mansión era
ay un castillo ignoto
un corazón apenas
una antorcha que surgía
y se elevaba del dolor.




callar...


Callar.

Ser sólo el silencio inaudito
de las cosas
que no tienen remedio.

Callar el silencio para hacer brotar
—fuego volcánico—
los ríos incandescentes de la memoria.

Invocar la quietud luego,
y detenido el tránsito del aire
todo sea estático:
No se muevan los minutos del árbol
ni del tiempo los frutos.

Y otra vez callar
hasta ser sólo un silencio.
Hasta sólo ser.





julio césar aguilar
Ciudad Guzmán, Jalisco. México.
Poeta y traductor del inglés. Autor de Rescoldos (Mala estrella, 1995), Brevesencias (Secretaría de Cultura de Jalisco, 1996), Nostalgia de no ser mar (Ayuntamiento de Guadalajara, 1997), Mano abierta (Mala estrella,1998), El desierto del mundo (Fondo editorial tierra adentro,1998), El patio de la bugambilia (La otra orilla, 1998), Orilla de la madrugada (Gobierno del estado de Coahuila,1999), Illuminated Mysteries/Misterios iluminados (Galvart Publishing, 2001), La consigna y el milagro (Paraíso perdido, 2003) y Una vez un hombre (Cork Hill Press, 2004). Actualmente reside en San Antonio, Texas, Estados Unidos.