"La historia verídica de tu cuerpo"
Leticia Cortés



 "Para quienes sólo tienen el sur en los ojos, pues saben de la frase larga y sola, y este canto que guarda todas las aureolas del consuelo"
Miguel Reinoso



I
 "La historia verídica de tu cuerpo" es una marea del deseo que llega a convertirse en polvo, en arena. Es una Isla con nombre de mujer, la palabra en donde hierven cartografías húmedas de nostalgias y dunas. En ella el mar se extiende en la permanencia del Otro, la niebla es un algo que acontece y murmura una presencia no dada, una presencia ausente. El poeta canta el cuerpo de una mujer llamada Biennacida, de una mujer con carne y muslos de poesía que bien podría tener cualquier nombre. Los sonámbulos - dice Alberto Ruy Sánchez - estamos destinados a llenarnos de fantasmas fugaces. Y es este éxodo, precisamente, la transmutación de lo presencial a lo fugaz.
 Y es este poeta    un fantasma
 y en esta travesía
 el agua fluye, se asemeja a la contemplación de un dios que tiene el rostro de una Isla que se desea penetrar.
 El agua - dice Bachelard - es el elemento más perfecto de la naturaleza por estar presente en todos los estados de la materia, por eso el cuerpo de la Biennacida es el elemento perfecto del canto del poeta. La ruta trazada en el mapa de su cuerpo abre compuertas a otros aparentes destinos, pero es siempre la misma arena, la misma Isla, la misma mujer, una mujer en cuya vulva oceánica se adentra un caballero para buscar el grito de un caracol. El camino se convierte por instancias en noches de sal en donde sólo importan los puntos cardinales del fémur y las costillas. Unos puntos cardinales guiados por la brújula en donde el horizonte aparece como un destello y desaparece como un rugido voraz del sexo. El oleaje es un golpeteo continuo que arrastra consigo todo lo que encuentra a su paso el mar se lleva cantos que nunca regresan.
 En los peñascos de la Biennacida la espuma revienta con toda su furia, con la ternura de una flama que deja huellas en el agua áspera que le acontece. Huellas que son vestigios de todo aquello que se padece a causa de las palabras, y cómo en ellas el poeta es capaz de sanar. El mar también posee un cuerpo en el que habitan musas y demonios con nombres y garras de mujer. El poeta lo sabe - cito - "no seremos más que una herida de vida en la saliva de la muerte" - termina la cita - y es a causa de este braceo, de este ir y venir por ese mar de advenimiento, un mar que a veces se vuelve duro o espeso y los brazos se cansan, la bruma interrumpe el vuelo, el mar de sirenas se vuelve estero de anémonas que nos obligan a sucumbir. También la tierra se enferma
 las caricias se quedan varadas y zarpamos sin anhelo, sin la única rabia que da fuerza para aletear en el mar.
 La verdadera historia es un cuerpo roído y desmenuzado, un mar cansado sin límite ni contornos. El agua parece tener labios y caballos que galopan. "Solo en los sueños malos - dice el poeta - tenemos derecho a enclavar banderas de carnes insatisfechas"
 y es en el coral - como pubis de mujer con carnes blandas - que el poeta clava su carne satisfecha, reconoce que el sentimiento es, como el mar, un lugar sin tregua, un espacio angustiante en donde la carne se fermenta.

II
 "La historia verídica de tu cuerpo" trae consigo los huesos de la ausencia, en el viaje hay - cito - "un verde que se quiebra, un sol que se nieva, un brío que se desgarra" - termina la cita - un verde que permuta en azul. El poeta eleva las palabras para que no toquen tierra y duerme, - cito - "el poema duerme sus batallas" - termina la cita. La saeta llena de lentos pianos nos indica los esquemas que hemos de habitar. El alma se ablanda en la carne del poema. Y dice el poeta - cito - "que nos abra el sur en una noche madura de poemas que celebren la voz de la brisa" de esta manera nos guía a través de las aguas en prosa que contiene esta verdadera historia del cuerpo de la Biennacida.

III
 "La historia verídica de tu cuerpo" es un canto hermético que invoca a los cuatro elementos, en la concha del caracol anida el eco del mar que le da vida a la palabra, que se presenta en la pulpa.
 El viaje por el cuerpo de la Biennacida también es la búsqueda del oficio del poeta, es la incertidumbre ante la palabra que nos cuestiona hacia dónde nos dirigimos. Hay una travesía de infancia, un estallido de peces que nos obligan a recordar que se inicia un viaje cuando algo se rasga, cuando se reconoce una costumbre.
 Los puertos en esta Isla vierten oxígeno, ayudan a extender el mar de lenguas - cito - "Sé que navego mientras escribo" - termina la cita - y en este compromiso con el hábitat del poeta, advierte la No pertenencia - cito - "ya no seré de ustedes ni de su estatuto, seré de quien se identifique con las uvas ardientes que fermentan mi palabra" - termina la cita - y la No pertenencia, la universalidad de la palabra se hace presente. La individualidad del poeta le pertenece a todos aquellos que se atrevan a beber de su vid, quienes se atrevan a mojarse en las aguas de esta Isla-mar-poema-mujer. A quienes se embriaguen con las carnes blandas del caracol-eco-de-mar.

IV
 Un caballero habita el mar y su arena. Habita un caracol y un cuerpo que yace en caracoles, islas, barcos, batallas y luchas. Su objetivo: conquistar ese cuerpo, contemplar todos sus posibles significados.

V
 En un lugar de la Isla, la erección de una ciudad provoca el temblor, el tumulto, la vibración de los cuerpos, la tempestad de las voces: el sueño y la memoria. La teoría de las cartomancias y la fiesta de carne y vino. La marea como páramo de árboles salados. La permanencia. Las dos partes del mar.

VI
 "La historia verídica de tu cuerpo" también es un exilio, el destierro de los cuerpos. Del poeta hacia la palabra. Las bitácoras de la autoflagelación y el recuento. Elegías de navegación. El itinerario de la salvación del poema. Las presencias como fantasmas, las presencias del grito como la misma ausencia que invoca una voz que no existe más. ¿Qué guarda el caracol en sus entrañas?

VII
 El poeta escribe desde el fin del mundo, desde su cuerpo solitario, desde un cuerpo carente de aliento.

VIII
 En el satélite artificial, la palabra es un objeto en altamar. La victoria es un golpe de caballo en seco en las sienes. La sangre reconoce lo que es nuestro. Hay muchas batallas, muchos colores de mar y mucho oleaje. Una insaciable hambre de sexo, de la sal corporal del Otro. Mucho movimiento marítimo y estados en reposo, o en excitación latente. Los cuerpos en "La historia verídica de tu cuerpo" se conquistan el sexo después de una batalla cadenciosa, después de explorar la carne virgen y secreta, la geografía que - por naturaleza - corresponde a gritos y a agua. El mar y el cuerpo son lo mismo, en la sangre se lleva un oleaje de marea alta, de furia de lenguas encendidas que escriben aventuras en las islas de sus propias fisionomías
 Y el Otro que mira el viaje, reconoce su Isla, repasamos y nombramos el tacto, vibramos en esa erección en que se yergue la tesitura epitelial del Otro. Hay cansancio - cito - "en estos ojos míos cansados de tanta distancia Norte" - termina la cita - Los relámpagos tienen lugar en los momentos de olvido, puesto que el poeta sabe que sólo se conocen nuevos cuerpos destruyendo las imágenes de los que se proviene.

IX
 "No dejaré de escribir hasta tanto no haya reposado el asta erecta de mi consuelo en la carne profunda y dulce de tus arenas" advierte el poeta.

X
 El curso del viaje por la memoria es un coraje que arde y duerme. El poeta vence lo que recuerda y se incendia por los flujos corporales. Hay una ausencia que lastima ¿cuántas veces hemos sido ausencia?

XII
 El cuerpo erige su desnudez con la elevación del mar. El agua perfila los cuerpos y sacude la sal. Pierde la lengua su memoria, se pierde la tranquilidad de los páramos y es el poema - en sí - un momento de paz. Hay sombras sobre sombras, el poeta delimita el inicio y el fin, y en medio de los límites emprende el viaje para escribir una historia que conoce a la perfección, repasa una piel vivida por unos dedos de pronto dolidos, desea con el alma erecta, la penetración de otra alma. El tiempo se desboca y ahí está: el amor se hace roca. No hay ningún lugar en donde los sueños no duelan. Y advierte el navegante que no es él quien escribe - cito - "estos signos expósitos" y que "la mente se mueve entre la frase y el fruto" - termina la cita - de esta manera instala al acompañante en un lugar entre la llama y las esquirlas. La ausencia en esta estación de mar - cito - "es una forma de estar presente y nocturna, cuanto más fuerte es la luz" - termina la cita - en esta oposición de términos el poeta recrea la historia, reconoce también sus errores - cito - "sólo te serví el plato pasmoso donde el barro crema una saliva que nada libera las luces sobre las paredes de nuestra fortaleza" - termina la cita -

XIII
 Con la desolación que sólo las despedidas pueden dejarnos, el poeta encamina al lector a un adiós, a una puerto de tristeza y soledad, se pregunta sobre el origen de la despedida, se enfrenta a las negaciones que dan sabor a la sangre que orilla a un suicidio inútil, el caos acaso ahora se vuelve una palabra bella y todo lo grotesco - a manera de Baudelaire - será estético, y así la negación, la ruptura, el desordenado aceite, el abandono, el capricho de los vientos, la rabia y el odio desembocarán en un cauce de sangre, las aguas y las carnes, los abrazos, todo dividido. Ya no habrá caracoles ni voz para la historia. No hay palabras ya para levantar una arquitectura de cuerpos montando cuerpos. Hay una ruptura y ahora lo terrenal es un sueño que puede interpretarse como todo el viaje que, aguas atrás, mantenía con el lector. Es una ruptura de esperanza, un desgaste literal de la palabra, como si el agua se secara y todo aquello que mantenía un valor ahora va desvaneciéndose, la ciudad en donde antes se levantaba un cuerpo ahora está poblado por humo que no permite movimientos corporales. Soñó el poeta las rutas del absurdo, el grito de partida, el despliegue de velas, la búsqueda de caracoles. El poeta promete llegar para acrecentar el agua hacia otros horizontes. Luego del viaje, se cuestiona sobre el cumplimiento de una crónica, prepara al lector para un posible final de la aventura por aquel cuerpo de mar. Invoca las sábanas que reclaman aquellas palabras que se manifiestan dentro del alma. Advierte que invocará todo lo cotidiano para aquellos que posiblemente ya no creen en la palabra porque al despertar - y no ver nada - el espíritu se espanta. Él está convencido de un destierro corporal, está consciente de una pérdida de seducción, una lucha en el que Ella ganaba con sus - cito - "arrecifes de febrero" - termina la cita - Está plenamente convencido de querer volver a navegar en la Isla de un cuerpo que reconoce, en donde se mantuvo a la deriva por instantes infinitos de placer. Sabe que Ella es el punto de partida del goce inexplicable, aquello que abarca la fulminación del instante de la muerte. Quiere volver a ser quien posea esas aguas dulces y saladas del piélago de sus coordenadas, la roca en donde el sexo se destroza latente. El poeta vislumbra las ruinas que acaso diseñaría ante los pies de ella, se dedicaría sólo a nombrarla. Quiere escribir incansablemente su nombre y alcanzar el viento vertical que es la isla del otro cuerpo. Tal vez al final lo que importa es volver a escribir un nombre, un canto de cambios, una parte de nada.

XIV
 "La historia verídica de tu cuerpo" es un canto a la escritura como una manera de viaje, como un oficio en el que el silencio no tiene cabida, serán los ruidos quienes hablen del movimiento, de la ruptura del grito del ave. No renuncia el poeta al sueño de su historia, quedan rastros y el mar presente, siempre el mar y Ella con su ausencia, mostrando el canto en donde había una salvación eterna, ahora se anula en bitácoras posfechadas. Ahí sigue el mar y el desierto que da miedo, que es aterrador, agua que no humedece sino diseca cuerpos. El mar inmóvil, permutado, ya no hay nada sobre lo que la palabra se levante.

XV
 Cíclico. La tormenta del sueño. La palabra es un caracol. La arena germinó una Isla. El mar y su arena crearon un cuerpo. Partimos de ese volver. Reconocemos el lugar, su tierra, su sal. - Cito - "El mar fue por nombre de mujer, continente del agua para agitar los signos del sueño" "El poema (…) tensó en herradura las girándulas de la palabra" - termina la cita -

XVI
 "Lo que el hombre escriba (…) lleva la vigilia de las preguntas como la hora de los animales que desvelan las arenas" - dice el poeta - a él le acontece la madera, el grito, el oficio del relámpago, tiende un puente, escribe la edificación, un cuerpo, una sombra de un nombre verdadero. Los faros como figura fálica, las palmeras - cito - "No hay necesidad de que uno muera si la escritura del caracol se sustenta en el espejo del Otro" Hay una ciudad en la arena. Una palabra hecha piedra con nombre de mujer que puede ser cualquiera. "La historia verídica de tu cuerpo" es un viaje entre cuerpos.

XVII
 "La historia verídica de tu cuerpo" es una marea del deseo que llega a convertirse en polvo, en arena. Es una Isla con nombre de mujer, la palabra en donde hierven cartografías húmedas de nostalgias y dunas. En ella el mar se extiende en la permanencia del Otro, la niebla es un algo que acontece y murmura una presencia no dada, una presencia ausente.



Leticia Cortés.
Es becaria del Programa de Estímulo a la Creación y al Desarrollo Artístico en su emisión 2006-2007 en el área de poesía con su proyecto "Aeropuertos: innumerables alas de árbol aéreo" Autora del libro de poesía "Lámparas de sueño" (Editorial Humo,2006) y "Garúa (Péndulo de Pájaro)" (Ediciones Chicas de bolsillo, 2007) Participó en el programa Polvo nuevo de la palabra antigua con importantes poetas del estado de Jalisco en el Palacio de Bellas Artes con su poemario inédito "Labios de espina". Fue traducida al catalán por el poeta Joan Navarro para la antología "Poetes americanes nascudes a partir de 1976 "
Actualmente es docente de literatura y promotora cultural. Forma parte del consejo editorial de la revista electrónica
www.almargen.net