caleidoscopio     


Blues y rondas
Miguel Reinoso



Un blues se ahoga

Yo miro esto que pesa inmensamente
Impedimentos    aguas del nordeste
en las geografías de mi lengua
Escribo    más que espejos
perros de mis repeticiones
No me es propicia esta agua
de enebro    esta madera convocada
Si una canción fuera región de retiradas
                                                la cantaría

Noche de ronda   qué tristes tragos
qué lenta pasas por mis vasos de velación
Me van a abrir el espejo de los antros
voz y ceja en el arco del espanto
Noche de ronda   suelto
me abandono al rumor del zinc
               qué tristes tragos
a los pasos de un pie más que terrestres
rayas del instinto pies de mis rutinas
No me es propicia esta agua
de enebro    no    esta madera convocada...

Noche a noche    un blues se ahoga
en la hora de los hombres
leño negro de esperar el golpe del azar
Si una canción fuera región de retiradas
no estaría lejos el pregón de los tequilas
ni la esclusa que
                poblaría las entradas de tu nombre
agua de estas borracheras
                testimonios
                sombras en la costra de las calles

pues otro será el blues noche de ronda
mientras bebas en boca de otros bares
                             en el centro encono de otros ojos
Un blues se ahoga
mientras bebas la noche en otros vasos
no me será propicia esta agua
                         alcohol y enebro de sudores ajenos
ni esta madera por el diente convocada
                que no me encienden
                                vela alguna en el hocico de las manos


Noche a noche /–no estás para saberlo–
                (no estás para saberlo)
un blues se ahoga / (noche de ronda) /
                         en la hora de los hombres //
hora en que me cierran todos los bares
                                (qué tristes tragos)
                porque no sé
                                    si me estás vigilando estos silencios
                                    si me estás presintiendo desde lejos

Yo te contemplo y –uña empecinada–
                        bebo el último trago en el hielo de tu ausencia.





Éxodo
(La canción de las rondas pérdidas)


Esta es la canción de las noches perdidas
Que se canta al filo de la madrugada
Con el aguardiente de la despedida.
Por eso suena tan desesperada
.
Joaquín Sabina


Desde la canción de las rondas pérdidas, de nuevo en avenida Juárez,
inicio mi éxodo para no llegar a Jordán alguno en la cartografía de la memoria.

Una madrugada, mientras el frío me soñaba,
cuando me esperaba el festejo de mis muebles solos,
el sábado enfundado en las primeras faenas inútiles para llenar el día de palos y frutitas,
miré la noche como si en el ópalo de sus ojos
estuviera todo el vecindario de mis errores; toda la ajorca de mis sortilegios;
ahí, en el rumor puro por la fábula reposada de los tequilas, el cuchillo calado del frío
con que corto mis depresiones para prepararme la harina del hambre:
         consuelito del espejo.

Emprendo el éxodo con esta neblina que me sueña;
mientras convoco a una multitud tan dispersa en las cáscaras de otros tiempos,
un reloj, que me administra cenizas y malas comuniones,
me tiene al tanto las sábanas morosas que me cubren el resfriado de los recuerdos...

Y no sé qué nóminas quiero saldar con el vientre de mis amigos
pero los cinco ceros que tengo hacen que todos olviden la caricatura de mi nombre.
....por algo ha de ser,
que nunca he tenido la puerta franca de los amigos que se traen una ronda eterna.

Quizás no sé cosechar el palomar de las costumbres y el sombrero bien puesto:
Buen día tenga usted
Qué bonito gol le metieron a cóbrese con esto y no olvide que me llamo Ángel
Anote el domicilio de mi rostro
    vivo por Nocturno entre Pastores y Aquí me bajo gracias

Me duelen tanto mis zapatos divorciados imposibles de cambiar,
       la gabardina infausta, el tapujo del alma...
Duelan como duelan, la vía crucis será la misma el próximo viernes:
Me llevaré un vocerío en mi garganta tan sola
      que se quedará vacío el bar cuando me salga tan sospechoso con todas mis nieblas.

Llegué,
y de una pieza;
pero en Ítaca nadie teje ni desteje.


Miguel Reinoso
Guadalajara, México. 1957.
Maestro para el sustento y sus afectos de mal vivir: leer y escribir poesía, escuchar música, vagar en las altas horas de la noche para encontrar por encontrar entre barras y calles, entre hielos y gente. Ha obtenido el premio de poesía “Alí Chumacero” 1998, que otorga la Fundación Álica, de Tépic, Nayarit; y el Premio Tijuana de Poesía 2002. Tiene publicados los poemarios “Telubrio” y “El hombre de los faros”. Ha participado en revistas culturales como Transhumancia, Juglares y Alarifes, Luvina, Novun, La Tarea; fue antologado en “Estela por el olvido”, ha participado en revista eletrónicas como Argos, Cafe express, Caja de Letras, y otras. Estudió en la Normal Superior de Jalisco, es egresado de la licenciatura en Letras, de la Maestría en Literaturas del Siglo XX, ambas por la U.deG.

03
oct