caleidoscopio     


3 poemas
Rafael Mendoza



Ya gimen tus indomitos mastines


Estás ahí, dragona,
esperando en la oscuridad,
velando tus armas, salaz,
con el codicioso organismo ovillando apetito,
fiera desnuda disponiendo la lid.

Mírate los enhiestos botones del pecho,
dominan el claroscuro con su brillo;
y las piernas apretando el imponente caracol,
verticilo ardiente, suave, limoso,
en sereno control del torrente
que las ansias agitan.

¡Ah, golondra!
Ya gimen tus indómitos mastines.
Reclaman mi cabeza.
Calculan la tremenda acometida,
el envión del esperado invasor,
la refriega en el rítmico galope,
las mil y una escaramuzas que adoptarás,
en la ya irrefrenable sofoquina,
para salvaguardar tu retaguardia de los embates.
Y al cabo de la carga decisiva,
laxos por fin los indomables muslos,
la capitulación de todas tus defensas.

Sí. Sé que estás ahí, jadeante, sudorosa,
tomando posiciones en tu acecho,
repasando la estrategia a implementar,
las tácticas de manos, labios, dientes y saliva,
esperando la hora en que yo me levante de escribir
y me vaya a la cama, a la celada urdida.

Después, como si nada,
saldrás como siempre a pasearte en la playa
con tu insolente aire de ingenuidad,
leyendo los nuevos poemas que nacieron,
como muchos otros hoy libres,
bajo tu permanente estado de sitio.




Aclaración necesaria


El problema de los poetas
es que no podemos guardar silencio.

El problema de los demás con los poetas
es que a veces nos entienden
y se sienten aludidos.

El problema de quienes no nos entienden
es que no pueden resignarse.




El buen pastor


Esta mañana muy temprano
como todos los días
he sacado a mis culpas de su complejo
les he pasado revista
después les he dado su ración de proverbios
y finalmente las he llevado al patio
a que tomen sol.

Pasarán el día ahí
esperando que yo regrese del trabajo
con nuevas compañeras de su especie
que se me puedan pegar en el camino
y con las cuales tendrán que compartir el desván.

Parto por fin
rogándole al cielo que llueva
para que ellas se laven de mí
pero eso no pasa de ser un simple ritual
pues todos sabemos que en este territorio desgraciado
ya no ocurren milagros.

***
Y como ustedes comprenderán
tampoco sirve de nada que yo
me largue de una vez por todas a cualquier mundo
como hacen los demás.



Rafael Mendoza
El Salvador. Poeta y escritor.


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