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La guerra en perdidas y ganancias
Oscar Huerta


     Ha pasado tanto tiempo desde que el malo de la película se llamaba Osama Bin Laden hasta el umbral de esta guerra donde el enemigo a vencer es Saddam Hussein. Dejemos por ahora de lado la inverosímil historia que ha llevado al enemigo a cambiar de forma.
     También ha sido una guerra largamente preparada, tanto que se han disparado muchos mecanismos de opinión en el transcurso, desde las largas sesiones en las Naciones Unidas, hasta las movilizaciones masivas en muchos países del mundo. Está de sobra decir que las fuerzas tienen diferente peso: por un lado Estados Unidos es nada menos que la nación más poderosa del planeta, y luego está el resto del mundo.
     Pero vamos con calma.

La razón de la guerra
     En esta ocasión el gobierno de Estados Unidos reclama la defensa de la democracia y la libertad, a sus ojos Irak es una amenaza para sus ciudadanos. Por un lado no se ha demostrado que efectivamente el régimen de Hussein sea una amenaza real para el territorio o los ciudadanos, y por otro lado se están suprimiendo algunos derechos básicos de los ciudadanos de su propio país, sólo por el hecho de su procedencia racial. El asunto de la democracia ni vale la pena discutirlo.
     Es más evidente que la guerra traería otro tipo de ganancias a los Estados Unidos y a algunas personas del gabinete. 1. Controlar la segunda fuente mundial de petróleo. 2. Usar la guerra como una exposición de los más nuevos juguetes de guerra, demostrando su efectividad para que luego sean vendidos a naciones que requieran reforzar su armamento. Además armarían a países que luego podrían ser sus enemigos, siempre más débiles, y en esta espiral violenta siempre los norteamericanos tendrán la ventaja en poder y efectividad. 3. Asumen que una vez comenzada la guerra los mercados del mundo se reactivaran y las empresas volverán a levantar sus indicadores y sus ganancias.
     La explicación más fácil tiene que ver con ganancias, específicamente estamos hablando de dinero. Y adicionalmente se reafirmaría como la fuerza hegemónica sobre el planeta: el imperio de facto.

Los que se quedan a la mitad del camino
     El gobierno de México esta particularmente en una situación de incomoda, ya que al ocupar un asiento en el consejo de seguridad de las Naciones Unidas tiene que tomar partido a favor o en contra de la guerra, igual a favor o en contra de Estados Unidos.
     Aunque el clamor casi unánime es por pronunciarse a favor de la paz, el gobierno esta en una encrucijada que tiene que ver también con perdidas y ganancias.
     Las ganancias podrían traducirse en poder concretar un acuerdo migratorio que significaría uno de los pocos logros del gobierno de Vicente Fox. También se habla de diferentes cantidades (millones de dólares por supuesto) que podrían ser canalizados como "blindajes económicos" y asegurar la estabilidad de los proyectos de gobierno.
     Las perdidas seguramente bloquearán por un tiempo la posibilidad del acuerdo migratorio. Resulta más incierto el panorama en cuestión de inversiones y flujo de capitales en caso de votar un "no" a la guerra.
     Pero para el gobierno ese "no" podría costar un buen número de lugares en las cámaras. El PAN seguramente retrocedería en su peso en las cámaras, lo que posicionaría a candidatos del PRI y el PRD con mejores posibilidades para las próximas elecciones presidenciales.
     En ese contexto resulta poco probable que el gobierno mexicano piense en la población de Irak, tiene que especular en los escenarios posibles en función de las perdidas y ganancias.
     No hablaré de una abstención, ya que equivale a un "no" para Estados Unidos.
Como México hay varios países, con su singular escenario de perdidas y ganancias, que se tiene que decir, también redunda en dinero.

No en nuestro nombre, pero
     Son impecables los argumentos del discurso pacifista, son millones de personas las que han marchado en diferentes ciudades alrededor del mundo, la trayectoria de las personalidades que han pedido la paz es incuestionable (premios Nobel, científicos, artistas, etcétera) . Al gobierno de Estados Unidos le parece un lindo gesto de expresión de libertad solamente, no ha cambiado su opinión acerca de la necesidad de la guerra.
     A pesar de la toma de calles, la resistencia sigue siendo pasiva, ya que no ha significado nada en términos de perdidas o ganancias para los que toman las decisiones de la guerra. Es decir, somos tan igual de consumidores como antes.
     Por ejemplo otra cosa sería si dejáramos de consumir, un signo de resistencia activo, sólo sería simbolico. Si los domingos dejáramos de consumir energía: un baño con agua fría, comer alimentos que no necesite estufa, horno o microondas, dejar de usar el auto y no viajar de no ser necesario. Si el sábado dejamos de ir al cine y apagamos la tv. Si el viernes no tomamos refresco ni comemos en restaurantes de comida rápida. Si el jueves no vamos al supermercado. Si el miércoles dejamos de hablar por celular (a menos que sea realmente necesario) y no accesamos internet, y el martes y el lunes.
     No estoy hablando de boicotear marcas, ni tampoco de volvernos ascetas. Estoy hablando de que nuestra resistencia se haga sentir en términos de dinero. El impacto de esta resistencia llegaría a los señores de las decisiones de la guerra, y nosotros podemos seguir viendo tv y cine, comiendo y bebiendo, etcétera. Este esfuerzo por supuesto debería ser coordinado por las organizaciones con presencia mundial (ONG). Sólo intentándolo podríamos saber que sucede.
     No estoy seguro si funcionaría, pero a los que nos oponemos a la guerra nos ha faltado imaginación, hemos sido ingenuos al no considerar y jugar con esas perdidas y ganancias. Debemos de hacer un esfuerzo extra.

En cualquier caso
     En adelante tendremos mucho tiempo de evaluar todos los costos que ha tenido esta escaramuza: los mecanismos de las Naciones Unidas, así como su efectividad; la calidad moral del liderazgo militar de Estados Unidos. La representatividad de los gobiernos respecto a sus gobernados al establecer líneas en política internacional. El papel de Dios en el discurso político y militar de las naciones poderosas (en armas y en recursos). Los límites y alcances de la autodeterminación de los pueblos, así como de las cortes internacionales.


Oscar Huerta
Guadalajara, México. 1971.
oscar@smartitsolutions.biz
Director de
al margen.
marzo
2003